“Dios es Luz, en El no hay tiniebla alguna.
… quien guarda su Palabra, ciertamente en él
el amor de Dios ha llegado a su plenitud” (1 Jn 5)
Hna. Teresita nació en marzo de 1934 en una pequeña ciudad de la provincia argentina de Entre Ríos, tierra –se dice- de amigos y de libertad, cualidades que siempre conservó, aunque desde muy pequeña vivió con su familia en Buenos Aires. Conoció nuestra Congregación en 1940, ingresó en ella en octubre de 1956 y después de hacer los Votos estuvo destinada unos meses en Montevideo (Uruguay). Sus Votos Perpetuos los hizo en Roma en mayo de 1964. Casi toda su vida religiosa transcurrió en Buenos Aires donde desempeñó distintos servicios, siempre con mucha responsabilidad, dedicación y exactitud. Directora de la Escuela, Residencia, Ecónoma y Secretaria Provincial durante muchos años. Superiora Provincial de 1980 a 1986, un año responsable de la Comunidad de Haedo y –por último- representante legal de nuestra personería jurídica en Argentina y administradora de la Escuela.
Sus traslados fueron relativamente pocos, pero muy amplio el conocimiento y sentido de pertenencia congregacional, con cariño admirable y contagioso por todo lo nuestro.
Fue una persona entrañable y querida, con cualidades que ponían de manifiesto su FIDELIDAD A DIOS. Disponibilidad, servicio, libertad interior, humildad, paciencia, alegría, fraternidad… eran cualidades que la distinguían. Puedo afirmar que algunos de sus límites eran fruto – al menos en gran parte- del extremo al que llegaban algunas de sus virtudes, y me consta que sufría con ellos, sobre todo cuando hacía sufrir.
Su enfermedad, un cáncer linfático que se le descubrió en septiembre, fue corta pero muy dolorosa. Casi todo ese tiempo lo pasó internada en un hospital donde médicos y enfermeros quedaron admirados por su fortaleza, bondad y abandono en Dios. Para las Hermanas que hemos estado cerca es testigo fiel y motivo de gratitud. La trasladaron a nuestra Casa y cumplió así el deseo de morir rodeada de su Comunidad que con gran desvelo y cariño la cuidó en todo momento. El 27 de diciembre de 1999 se nos fue al Cielo.
Con JÚBILO pasó sin duda la puerta santa de la eterna morada de la paz y la luz. Desde allí intercede por todas nosotras.
María Eusebia CABELLOS TRUJILLO, RMI
Escrito en Córdoba (Arg.) el 02/01/2000