Hna. María Engracia Marín, rmi

HNA MARÍA ENGRACIA MARIN

SONY DSCEn Cañamaque a 57 Km de Soria, entonces un pueblo importante, vivía la familia Marín Serrano, formada por Tomás y Pascuala, y a ella llegó el 7 de junio de 1912, nuestra hermana, que recibió en el bautismo el nombre de Violante.

Conoció a la congregación en la residencia de estudiantes de Zaragoza. A los 15 años, en octubre de 1927, hizo el ingreso en la escuela de magisterio, terminando la carrera a los 19 años, en 1931.

Durante un tiempo largo nada se supo de ella, pero se supone que durante el que vivió con las hnas, en la residencia, el Señor fue haciéndole ver la grandeza del carisma de Santa Vicenta Mª, y poco a poco fue calando en su corazón. Veía que las jóvenes pobres, lejos de sus familias, eran acogidas con cariño y ayudadas para prepararse profesionalmente, para poder prestar un trabajo que les permitiera vivir honradamente.

Ella misma vivió la experiencia cuando estaba en la residencia, cómo se cuidaba formar cristianamente a todas; como se respetaba y buscaba el bien de la persona y como se sentían queridas y “en su casa”.

Pensaba sobre todo en las sirvientas, cuyo hogar, en los domingos que tenían salida, no era otro, que las casa de las hermanas…

Todo esto le llevó a iniciar un camino, a querer vivir todo lo bueno que veía vivían las religiosas. Dios quiso que fuera creciendo en ella el amor y el deseo de hacer el bien a la joven necesitada y pobre y a sentir la llamada de Jesús, a seguirle en la congregación de la RMI

De nuevo se volvió a tener contacto con ella. Sabemos que el 13 de Enero de 1939, recibió el sacramento de la confirmación, en la parroquia de santa engracia y que el 5 de abril del 1942 ingresó en el postulantado en Zaragoza, pasando después a hacer el noviciado en Madrid, Ríos Rosas, donde tomó el hábito el 11 de octubre de 1942, cambiando el nombre de Violante por el de Mª Engracia.

Después de los votos temporales, en octubre de 1944, fue destinada a Melilla donde trabajó en el colegio de enseñanza, como profesora.

Hna Mª Engracia desde el principio con una sencillez y humildad que atraía, se dio a Dios y a todos cuantos trataba; su ser delicado atento, dejaba traducir, a través de la palabra y la sonrisa, la unión que tenía con el Señor, sembrando así, la semilla del Evangelio en los corazones de las jóvenes, transmitiéndoles el amor que Jesús les hacía llegar, por su medio. A pesar de ser menudilla y pequeña, muchas veces se oía decir de ella, que era una “Gran mujer”.

Dos años después de hacer los votos perpetuos, en la casa madre, es nombrada superiora de Jerez de la Frontera (Cádiz), donde, lo mismo las hnas que formaban la comunidad, que las niñas del internado, hoy mujeres, nos dicen que les impactaba su sencillez y cercanía; era un alma de Dios.

Los destinos siguientes fueron Ciudad Real y Melilla.

Siempre entregada y ayudando para que las hnas y las jóvenes, conocieran más a Jesucristo, crecieran en el amor a Él y a los demás. Impulsaba la responsabilidad, la generosidad en el trabajo con alegría, como respuesta cristiana.

En el año 1961, fue nombrada provincial de Portugal, hasta 1970, pasando después a la provincia Ibérica Meridional, concretamente a Ciudad Real, hasta el 1976, que terminó este servicio.

Eran tiempos difíciles después del Concilio, y en su trabajo de provincial, Hna Mª Engracia, supo conciliar la caridad, la bondad y la fortaleza. Su caridad, que brotaba de su amor a Dios y a todos, tenía la fuerza de una sinceridad de fondo, en todo lo referente a la Misión; una gratuidad que no buscó comprensiones afectivas ni efectivas, en el compromiso con los demás… que se mantuvo en el servicio, al estilo de Jesús, procurando suscitar en las personas, la fuerza que partiendo del interior de ellas mismas, les fuera liberando…y todo esto con una gran sencillez y humildad, sabiendo conjugar la fortaleza, la bondad y la libertad, que le brotaban de una profunda unión con Dios, de un olvido de sí misma y una entrega constante a su misión.

Atendió a la persona, a toda persona que Dios puso en su camino.

Fue mujer de fe y esperanza, que va mas allá de lo que podemos considerar, éxitos o fracasos que transciende el tiempo y los proyectos, y radica en algo que desborda la capacidad de entender y asombrar: el cariño de Dios, por cada persona humana.

Procuraba tratar a las hnas y a las jóvenes acompañando, escuchando, valorando su dignidad… y dialogando sobre el sentido de lo presente… soñando con ellas las oportunidades de futuro.

En el año 1976, deja de ser provincial y es destinada como superiora a la casa de Almería. En 1980, vuelve a Melilla, como responsable de la casa, hasta que ya termina totalmente su servicio de gobierno y es destinada a Toledo, donde vivió feliz, siempre dispuesta a estar en la portería todo el tiempo que fuera necesario o a prestar cualquier trabajo que la superiora, o alguna hna le insinuase, con la sonrisa que le caracterizaba.

Supo dejar todo atrás, con la elegancia, la sencillez y la humildad tan suyas

Aunque, en general, todo el mundo la quería y admiraba, saboreó también la cruz de las incomprensiones, que incluye el seguimiento de Jesús, en el recorrido de la vida… “tome su cruz…”

Un cáncer de estómago, fue su última enfermedad. Muy al final decía con frecuencia: “Cuánto cuesta llegar a la casa del Padre… pero Señor estoy en tus manos…” seguían los fuertes dolores hasta que el 6 de julio de 1996, fue llamada por el Señor a la verdadera vida.

La comunidad, que disfrutó de su lucidez y de su ejemplo, hasta el último momento, quedó triste por su marcha, pero con un gran agradecimiento por cuanto Dios les había regalado a través de ella… Su santidad fue luz del mundo y sal de la tierra.

Hnas Provincia Ibérica Meridional

Noticias

Te contamos sobre nosotras…