Hna. Mª Amparo Abellán Bernal
Muere un domingo 2 de noviembre. Lo hace en silencio, sin decir una sola palabra, fiel reflejo de lo que hizo en su vida: CALLAR y CALLAR…
Provenía de una familia, entrañable, noble, no con la nobleza que habla de mundo, sino otra más grande, la del espíritu, generosa y abierta, como ella era. A los 4 años se quedó huérfana, siendo esta educada en las Religiosas del Sagrado Corazón de Valencia.
Por iniciativa propia, en el colegio de Valladolid fundó “Los Ángeles de Vicenta María”, para la promoción de las vocaciones, formación y atención a las jóvenes. Fueron muchas las jóvenes a las que acompañó y ayudó a descubrir la llamada de Jesús para la vida religiosa, en esta u otra Congregación.
Hna. Amparo tenía alma de artista, valía para todo, lo hacía con tal naturalidad, que apenas nadie se enteraba. Cuando se ausentaba la superiora, quedaba de suplente, llevando la casa con desenvoltura y acierto, haciendo que reinase la paz y armonía.
Aunque era de carácter fuerte, a su lado se disipaban las penas, males físicos o preocupaciones financieras, pues tenía puesta su confianza siempre en el Señor, por ello repetía: “Dios proveerá, El nunca abandona, nunca falla.” Y cuando su alma se abría sin querer, en aquellos atardeceres y bellísimas puestas de sol en Arequipa (Perú), sus frases predilectas eran: “Abandonarse, abandonarse….Vivir en los brazos de Dios como un niño pequeño”
Se podría aunar su vida en: Un amor y abandono en Dios, poco común, llegando a contagiar por ser verdadero. Un amor grande a la Virgen María y Sta. Vicenta María.
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Entrega incondicional sin tener en cuenta sus cansancios, constante preocupación por las vocaciones religiosas, amor a la pobreza, profundo respeto a los Superiores. En sus últimos años grande deseo de ocultamiento.
Fiel al Señor hasta el final, animando a las Hermanas y a las jóvenes religiosas, a las que decía haber entregado la antorcha para seguir en la brecha, a que no decayesen en el trabajo Apostólico.
Hna. Mª Amparo Abellán Bernal
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