Hna. Encarnación Orlando PIGNOTA

Hna. Encarnación Orlando PIGNOTAPresentación1

Casa de Resistencia – Chaco

“Una preciosa historia que comienza y culmina un 1º de Julio”…

…así reflexionó una reciente ex-residente al referirse al fallecimiento de H. Encarnación.

Hna. Encarnación nació el 1º de julio de 1937 en Castropignano, Italia. Se radicó en Argentina en 1952, desde donde su padre que había emigrado antes, mandó a buscar a su esposa e hijos para que vinieran a esta tierra de promisión. Muchas veces recordaba ella el pasado de escasez y hambre en su patria natal y la abundancia y derroche que vio en Buenos Aires al encontrar hasta pan tirado en la calle. Su padre fue a realizar algún trabajo en la Casa de nuestra Congregación allí y pidió que sus hijas fueran admitidas como internas. No sabían hablar castellano pero había otras chicas italianas que ya lo hablaban y le fueron enseñando. También recordaba agradecida cómo las Hermanas tenían detalles de atención para con su padre obrero cuando le servían el almuerzo, lo que mantuvo aquí para cuantas personas necesitadas se acercaban a la Casa dándoles alimento para llevarse o, si estaban trabajando dentro, ofrecerles a su horario.

Ya a los catorce años quería ser religiosa nos decía su hermana; en su pueblo de niña su familia recibía visitas de una Clarisa, así que al tiempo de conocer a las Religiosas de María Inmaculada, ingresó al Noviciado, en Haedo, en 1953. Por la situación política del país, pronto le tocó el traslado, con su Maestra y connovicias a Lima, Perú. Regresaron al año siguiente y desde su profesión religiosa estuvo relacionada en todos sus destinos posteriores a la despensa y cocina en las comunidades de Buenos Aires, Haedo, Montevideo, Santiago de Chile y Resistencia

Hace trece años llegó a Resistencia, donde se ha sentido plena y feliz, quizá la pobreza de algunos de sus lugares, la sencillez y cercanía de la gente cautivaron su corazón. Amaba el país, amaba el Chaco, amaba a las personas. Para los proveedores, para los fieles de las diferentes Capillas, para las señoras que trabajan en Casa… para cada uno tenía una palabra, desde su visión de la realidad y de la vida; ni qué decir para las chicas: cómo se interesaba por ellas, les preguntaba, aunque no tenía reuniones de grupo ni entrevistas le gustaba saber cómo estaban, si iban aprendiendo a trabajar o no, qué cualidades se le veían, y posteriormente, cuando egresaban o se iban de la Casa cómo seguían, si estaban casadas o no, cómo cuidaban a sus niños, etc. Aunque estos últimos años no participaba de las reuniones de religiosas y no tenía mayor contacto con seminaristas y sacerdotes, dado que en su momento los había conocido, continuaba interesándose por cómo continuaban en la actualidad.

El 12 de junio, bien temprano por la mañana bajó para abrir la cocina y portería y esperar a la primera de las empleadas que entraba, y fue esta señora quien le ayudó a subir nuevamente a comunidad pues se sintió mareada; como frecuentemente tenía la presión alta, dijo que se quedaría recostada y que luego se levantaría, pero fue necesaria su internación en un Sanatorio. Luego de estudios y con el correr de los días le diagnosticaron hemorragia subaracnoidea, con un aneurisma. El día 21 de junio empeoró, tanto que a la noche pedimos al Párroco que fuera a darle la unción de enfermos. Pero luego mejoró, el lunes 25 la pasaron a una habitación común, mientras se hacían los trámites y esperábamos un turno en el Instituto Cardiológico de Corrientes donde le practicarían una embolización. El sábado 30 de junio por la tarde sintió mucho frío y de nuevo vómitos así que le colocaron medicación por vena y suero. Se reanimó. También esa noche recibió por casualidad la visita del P. Gerardo Vogt, quien fue a ver a otra señora internada y pasó un momento dándole la bendición y hablando con ella unos minutos. A la madrugada avisaron que la habían pasado urgente a terapia

intensiva y cuando llegamos ya había fallecido de un paro cardíaco. Era el día de su cumpleaños, 75 años. Nos acompañaron tres jóvenes colaboradores en los trámites y preparación. Nuestra preocupación era cómo decirles a las chicas, ochenta y cuatro adolescentes de doce a diecisiete años de edad, así que se las despertó un poco antes y se hizo que desayunaran, y luego se les trasmitió, fue notable el gesto que tuvieron cambiando su ropa por tonos oscuros o sobrios para ir a acompañar a la Hermana, también su silencio, colaboración y oración a lo largo del día. Su velatorio fue en una de las Capillas de nuestra Parroquia, Virgen de los Dolores, dada la afluencia de chicas, conocidos de la Obra, proveedores; se mantuvo abierta la Capilla también por la noche hasta el día siguiente en que tuvimos Misa a las ocho de la mañana y su posterior traslado al Cementerio San Francisco Solano, con la presencia de nuestra Hna. Provincial, todas las residentes, y personas más allegadas.

Al avisarle de su fallecimiento su hermana Carmina dijo que H. Encarnación siempre estuvo orgullosa de la Congregación a la que pertenecía; a ella le pedimos que interceda por todas las RMI en esta nueva etapa de nuestro caminar, y que si no la imitamos en su gran espíritu de sacrificio y de entrega al oficio hasta el final, sí lo hagamos en el amor a las jóvenes y al Instituto.

Ma. Lucrecia Morard, rmi

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