Hna. Carmen Casado. RMI «su semilla cayo en tierra fértil»

Hna. Carmen Casado.RMI

Genoveva Hortensia Casado Abad nace el3 de ene3ro de 1912, en Cabezarados, Ciudad Real, España. 

Ingresa en la Congregación en el año 1941, sus profesión temporal el 11 de nov de 1944 y votos perpetuos el 11 de noviembre de 1949, en Guadalajara, Jalisco- México en la recién nacida casa RMI en la calle Vallarta, cuentan que como no tenía familia aquí, le dieron recreo con las colegialas y personas que asistieron a la celebración. Desde su llegada a México, en Guadalajara estuvo en esta comunidad de la calle Vallarta, pasando a Niños Héroes y posteriormente a Otranto. A ella debemos mucho de las construcciones de nuestras casas y los bienhechores más antiguos… una mujer que desde que llegó sembró y su semilla cayo en tierra fértil, da y dará frutos de vida de Dios a nuestro alrededor. Vive en el Señor desde el 13 de Junio del 2014.

Inicio este compartir con la frase del P. Francisco García, en su homilía en la segunda Eucaristía de cuerpo presente de Hna Carmen. Indudablemente Carmelita es propiedad de Dios, de Jesucristo, Patrimonio espiritual de la Congregación   y de cada Hermana, persona y joven que haya tenido contacto con ella, a lo largo de su vida.

Y esto nos hace beneficiarias de la intercesión de una Gran mujer que vivió amando a Dios, sirviendo a los demás, que hizo de su consagración religiosa el medio de encuentro profundo y eficaz con Quien la eligió para hacer de ella su palabra, su mensaje para cuantos la vieran, escucharan…

“Todo por mis hermanas… para mis Hermanas, para las chicas, por las chicas…” se le oía decir a Carmelita cuando la visitabas. A continuación el testimonio de una hermana que la conoció cuando era chica del internado:

“Ella me cuidó cuando estuve en el “internado”. Nos cuidaba y enseñaba con mucho cariño, su celo por las chicas era indiscutible. La recuerdo con qué respeto y cariño nos trataba. Admiro su sencillez, simplicidad y apertura a todo lo nuevo era muy actual, era de admirarse como se adaptaba a los cambios, los acogía con mucha simplicidad y sencillez.

No se complicaba la vida, pues su Fe en Dios era como una roca firme, porque se sentía muy amada por Dios.

Su testimonio de caridad se manifestaba en el trato con todas , las hermanas, las jóvenes y las personas que trataba con finura y delicadeza a todas nos quería y con amor de primera, pues a nadie nos dejaba atrás, porque a cada una nos quería con un amor especial, personal y universal.

Yo me sentía muy querida por ella y creo que todas las que tuvimos la oportunidad de conocerla sentimos su cariño, si alguien le preguntaba si la quería ella decía: mucho, más que a otras, era una respuesta que nos robaba el corazón y aunque éramos conscientes de que ese cariño era para todas y para cada una, nos gozábamos al escucharla.

Era muy tierna sensible al dolor del otro, una mujer de mucha oración y contemplación del dolor en el mundo, muy actual en todos los acontecimientos.

Miraba la vida con mucho entusiasmo y entrega, sacrificio, docilidad… Se alegraba y sufría con cada una de las personas.

Recuerdo que yo no estaba acostumbrada a lavarme la cara, al levantarme y a ella le tocaba levantarnos y teníamos que hacerlo en cuanto ella nos daba la señal y todas corríamos a lavarnos la cara, cepillar, y peinarnos y yo solo me mojé, y al verme, fue y me lavó la cara el cuello y los oídos, me sentí avergonzada pero nunca me olvidé como me debería lavar; cuando bajamos a la meditación, no me dejó entrar y me dijo con mucha ternura: después del desayuno me buscas, porque tengo un chocolate, cuando fui a recogerlo me abrazó me besó y me dijo quiero que seas una mujer muy buena Teresuca. Desde entonces fue para mí un modelo de vida.

Su entrega a Dios era incondicional, la contemplaba cómo trabajaba desde la madrugada que nos despertaba, desayunaba y salía a la calle, yo la veía tan cansada cuando llegaba a comer, que eso me llamaba la atención ver qué capacidad de sacrificio tenía.

Una vez le pregunté: ¿por qué trabaja tanto? y me dijo: ¡por ustedes! Yo las quiero mucho y hago lo que sea para que ustedes estén bien, no desaproveches nada Teresuca de lo que tenemos aquí y después me comenzó a hablar de la vida religiosa, me ayudó en todos aspectos y me llamaba a solas a su ropero (oficina), me platicaba y me daba consejos para que fuera buena.

Lo que más me gustaba ver su corazón lleno de bondad, picardía, para agradar y complacer a todos los que tenían contacto con ella.

Admiré mucho su fidelidad a la oración y obediencia con tanta docilidad, su alegría la contagiaba.

Gozaba de tener una inocencia y gracia, que nos dejaba el corazón lleno de paz y alegría

Siempre me llamó la atención su servicialidad, alegría, trabajadora, cariñosa, atenta a las necesidades de las demás, sacrificada, fiel, obediente, con mucho amor a las chicas y a la Congregación.”

Teresa García RMI

H.Carmen Casado fue una mujer de temple, valiente, fuerte… 101 años, con una claridad de conciencia, memoria afectiva y efectiva. Cuantas hermanas pasaron por su vida y para cada una su recuerdo especial, si le abrías el corazón, ella lo acogía y se hacía parte de ti y tú de ella. Moviéndose aun hasta finales del 2009. Caminando con su andadera por los pasillos de clausura que hoy nos hablan de nostalgia, de una presencia permanente por que el verdadero amor esta siempre y es gratuito.

Cuanto hemos de aprender de esta gran mujer, que simplemente vivió… pero de qué manera, ¿Quién pudiera llegar a esta edad con tal animo? Aun en su postración seguía trabajando, orando, preocupándose y preguntando por la vida, las chicas, las hermanas, las señoras, la casa, los trabajadores, los alimentos… el mercado, los bienhechores, “sean agradecidas, cuida las cosas, la casa, fíjate bien, quieran a las chicas, corríjalas, estén pendientes, que sean buenas, que les paguen bien, que estudien, que no anden de mala manera..” palabras que resuenan aun en el corazón de quienes estuvimos cerca de ella.

 

Brigida Mayorga RMI

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