Bajo este título, la Conferencia Episcopal Española convocó en Madrid, los días 7 al 9 de febrero, el Congreso Nacional de Vocaciones. Más de tres mil participantes (Obispos, sacerdotes, diáconos, laicos, religiosas y religiosos, familias y grupos de jóvenes) se dieron cita en un multitudinario encuentro de formación, oración y celebración. Una “fiesta del Espíritu”, donde la diversidad de dones y carismas al servicio de la misión, como parte de un único cuerpo que es la Iglesia, llenaron de colorido los momentos de escucha, de reflexión compartida y de ambiente fraterno.
Diez Religiosas de María Inmaculada también estuvimos presentes: 3 desde la Casa Madre, 4 desde la Provincia Ibérica y 3 como miembros de algunas de las diócesis donde estamos trabajando en la pastoral con otros (una por la diócesis de Málaga, otra desde Ciudad Real y una desde la Vicaría II de Madrid).
A partir de la pregunta, ¿Para quién soy? (Christus vivit n.286) convertida en lema del encuentro; las distintas ponencias, talleres y celebraciones fueron diseñando el horizonte hacia el que estamos llamadas a caminar: Crecer en la conciencia de que la vida es don recibido y está llamada a ser don para otros. Crecer en fidelidad a la propia vocación desde la diversidad y complementariedad de todas ellas. Y desde ahí, crear una cultura vocacional que ayude a: Entender e interiorizar que somos vocación- Escuchar la llamada concreta y específica de Dios para cada persona- Generar sujetos capaces de responder.
A través de cuatro itinerarios principales: Palabra, Comunidad, Sujeto y Misión, pudimos participar en varios talleres, de entre los 64 que se ofrecían.
Palabra: Desde el agradecer a Dios que es Palabra y por propia iniciativa nos ama y nos llama. Algunos de los temas trabajados fueron: La lectio divina, La vocación en san Pablo, La Palabra y la música en clave vocacional y Anunciar la Palabra en las redes sociales, entre otros.
Comunidad: Desde este enfoque, reconocer a la Iglesia como origen y lugar donde se complementan todas las vocaciones. Con temas como: La iniciación cristiana y la vocación, La vocación de la acogida, Taizé y la vocación, La riqueza de la diversidad de vocaciones, El discernimiento comunitario y la conversación en el Espíritu…
Sujeto: Agradecer la vocación personal que define la identidad. Con temas sobre: La cultura vocacional, Discernimiento y acompañamiento, Experiencia de Ejercicios Espirituales, Las ideologías en la vocación del joven…
Misión: Como un horizonte que da sentido a la entrega en una tarea. Algunos de los temas trabajados fueron: Misión Compartida, Opción por los pobres, Cultura y vocación, La vocación en los mass media, Vocación en la escuela…
Terminamos el domingo con el corazón agradecido y la Eucaristía de envío que nos invitaba a recordar “quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde somos convocados” y a llevar y contagiar en nuestros ambientes diocesanos, parroquiales, congregacionales… el deseo de seguir generando cultura vocacional.
Marta Menéndez RMI