Queridas hermanas:
Compartir que algunas de las noticias que salen de la ciudad de Guayaquil, en su gran mayoría son verdaderas. A las personas infectadas que necesitan hospitalización, ya no las reciben en hospitales porque no tienen más capacidad. Hubo mucha irresponsabilidad en las personas de Guayaquil, que no tomaron en cuenta la cuarentena ni las demás disposiciones para contener la epidemia. De todas las noticias que salen respecto a los fallecidos en sus casas, que no pueden ser enterrados, son verdad. También es verdad que las familias optan por quemar los cadéveres o dejarlos fuera de sus casas, en ataúdes o envueltos en bolsas. Estos fallecidos no están contabilizados en las cifras oficiales del gobierno, porque nunca fueron a hacerles la prueba para coronavirus, aunque hayan muerto con todos los síntomas característicos de esa enfermedad. Por más que las personas llaman a las autoridades sanitarias o policiales cuando alguien fallece en sus casas, no hay respuesta. Las funerarias no acuden porque no conocen los protocolos a seguir para fallecidos por covid-19, además tienen temor al contagio. Ayer y anteayer, las autoridades del gobierno central, han enviado apoyo de ambulancias y otro tipo de transportes para recoger los fallecidos por esta pandemia u otra enfermedad.
Nosotras estamos en Quito, a 8 horas de la ciudad de Guayaquil. Aquí en comunidad estamos H. Gladys, H. Marina Ccorimanya y yo, las tres peruanas. Desde el día 16 de marzo estamos sin jóvenes ni trabajadores, y como lo normal es que haya 80 residentes universitarias, pues teníamos las despensas de acuerdo a ese número. Por ello, gracias a Dios, no tenemos necesidad de salir para nada. Tampoco entra nadie. Los trabajadores están en sus casas guardando la cuarentena y nosotras seguimos la Eucaristía del Papa Francisco y tenemos hostias consagradas para comulgar. Llevamos ya desde esa fecha, 16 de marzo, que no salimos y nadie entra, y ninguna de nosotras ha presentado ningún síntoma asociado al covid-19. Los trabajadores también están bien, así como las jóvenes de la residencia, con quienes mantenemos contacto. Ninguna de ellas es de Guayaquil.
Oramos mucho por ustedes, y por todas las hermanas de la congregación. Estamos muy unidas cada día.
Un abrazo grande para ustedes y todas nuestras hermanas, hoy más que nunca sientiéndonos hermanas.
Comunidad Quito