Desde nuestra cálida y tierna “Casa de Nazaret”, queremos compartir con ustedes la experiencia del juniorado América 2021, acompañadas por las hermanas Edith Sosa, Martha Rodríguez, Luz Stella Perdigón, Carmen Minero y Cristina Mora.
Con gran gozo descubrimos que es el Señor quién por encima de las circunstancias que nos toca vivir crea en nosotras la comunión, ya que a pesar de la distancia hemos experimentado como Jesús abre nuestros ojos a la fe y nuestros corazones vuelven a arder como los discípulos.
Iniciamos el día 01 de julio con nuestra celebración Eucarística de apertura a este tiempo de formación. Fue transmitida desde la comunidad de Guadalajara, Otranto, México. Hemos participado todas las provincias de forma dinámica y creativa, cada una desde sus comunidades.
Ese mismo dia nos reunimos por la tarde para tener un encuentro festivo de bienvenida, fue un momento muy agradable donde compartimos risas, juegos, bailes y videos.
El dia 02 nos reunimos para compartir las resonancias de la oracion que nos propusieron para adentrarnos en este tiempo de formación, la mayoria nos indentificamos con Zaqueo “Baja pronto porque hoy tengo que hospedarme en tu casa” (Lc 19,5) nos quedamos con esta Palabra como consigna. En un segundo momento realizamos nuestro proyecto. Además escogimos como lugar bíblico “la casa de Nazaret”, lugar donde Jesús aprendió y donde nosotras podemos aprender de Él a tener una mirada compasiva con nuestras hermanas.
Al finalizar el proyecto, nos invitaron a buscar un espacio donde pudiéramos poner creativamente nuestro rincón de “Nazaret”. Ese día por la noche nuestras hermanas de las Provincias de Brasil, Cuba, Hispano Sudamericana y Andina iniciaron los E.E.
Seguimos nuestra formación el día 12 de julio, lo virtual no impidió que nuestras formadoras nos llevaran a un desafío profundo, mirar nuestras raíces entrelazadas con las raíces de Jesús. Contemplar este proceso, saborear la savia divina, la gracia de Dios activa y dinámica en nosotras, fue el camino propuesto. Sin esta savia divina ¿cómo se nutrirán y fortalecerán las raíces? Nuestra tarea es dejarnos inundar por esta savia y darnos cuenta de que somos don, tarea y Misterio. Este fue uno de los frutos de este tiempo de reflexión.
Damos gracias por la presencia de Dios entre nosotras. Nos sentimos llamadas a ser memoria viva de Jesús y para que esto acontezca en nuestra vida cotidiana es necesario aprender a acoger nuestra propia identidad, con sus múltiples dimensiones, nuestra fragilidad, en un proceso permanente de interacción con tantas presencias que nos acompañan. Conscientes de que quien está al frente es Dios mismo, este Misterio es siempre nuevo y asombroso. Él es quien nos impulsa, nos da fuerzas para ser más discípulas de Jesús. Discípulas que escuchan, disciernen y acogen en comunidad las llamadas que claman hoy.
También hemos “Reavivado el Carisma”, fortaleciendo nuestra pertenencia Congregacional. Ahondando en nuestro ser RMI, pudimos “tocar” nuestras distintas realidades apostólicas, mirar las necesidades de la época e ir buscando medios para vivir el carisma de forma creativa en lo cotidiano de la vida, comprometiéndonos a asumir las propuestas que van surgiendo desde la búsqueda de la prevención, salvación y santificación de nuestras jóvenes.
Concluimos esta rica experiencia el día 27 de julio con la Eucaristía de acción de gracias y un recreo festivo, celebrando nuestro ser hermanas.
Damos gracias a la Congregación, a nuestras provincias y hermanas que nos acompañaron, por esta gran oportunidad para seguir creciendo en fraternidad e intimidad con Dios a través de estos espacios de encuentro y formación. Son oportunidades que fortalecen nuestra pertenencia congregacional y generan comunión en nosotras. Agradecemos las oraciones y el ánimo que recibimos.
Hagamos la redención, porque Cristo está vivo y “conectado” a cada Religiosa de María Inmaculada.
Pedimos a todas nos sigan acompañando con sus oraciones, les mandamos un fuerte abrazo con mucho cariño:
Las Junioras de América