Roma, Via Cassia a 22 de marzo de 2022
Muy querida madre Daría y hermanas todas que se encuentran en cada rincón donde nuestra congregación llega; hermanas superioras de las comunidades, hermanas Provinciales y Regionales:
En este segundo día de la primavera en que la naturaleza ha empezado a engalanarse con sus mejores colores, recordamos una fecha muy importante, el día en que nuestra Madre Vicenta María llegaba a este mundo y se podría decir que desde este 22 de marzo de 1847, el Señor preparó el regalo del Carisma al que hoy en día estamos llamadas a seguir dándole vida porque no ha pasado de moda, no ha caducado, porque siguiendo el Evangelio, sigue siendo actual. En este día queremos pues acercarnos a cada una, en primer lugar, para agradecerles su presencia, tan palpable, que nos ha acompañado en este tiempo de gracia: EL TERCERONADO. Se podría decir que ya hemos llegado a la cima, pero la verdad es que, como nos ha dicho un padre: “el Terceronado se va a iniciar a penas”. Así que, queremos compartir nuestros deseos más profundos de que con la gracia del Señor, lo iremos poniendo en práctica en nuestra vida ordinaria.
CAMINAR
Queremos seguir caminando, movidas por el eco de una promesa:
“No temas, yo estoy contigo, Soy Yo, eres mía, te he llamado por tu nombre,” y al ritmo del Espíritu;marchar seducidas por su voz y dispuestas a lo inesperado, dando lo mejor de nosotra
No permitir que las excusas y la mediocridad, apaguen el amor, nuestros sueños, la disposición y el coraje apostólico. Caminar siempre hacia mi hermana, hacia la joven más necesitada.
Pintar de colores el paisaje, así como hoy se viste la tierra y dejarnos llevar por el viento de su Espíritu, que limpia, que renueva, que da vida, que acaricia. Queremos entregarnos sin cálculos mezquinos. Caminar, hacer de la existencia una permanente salida para llevarle a Él, siendo conscientes de que le pertenecemos sólo a Él.
Que el gozo se sienta en las entrañas, en el corazón, la verdad llene de contenido el encuentro y el amor se exprese en la bondad de las palabras, en la cercanía, en el acompañamiento, en la fecundidad de los hechos, en los pequeños detalles que no tienen precio.
Aferrarse a la tierra sin miedo a empolvarse, sin miedo a equivocarnos, sin miedo al riesgo, a darlo todo: la abundancia del tiempo, toda nuestra juventud. Que nuestra mirada sea siempre positiva, capaz de acariciar en la intemperie, y que nuestra sonrisa sea capaz de durar hasta cuando escasean los motivos del gozo. Que nuestro caminar sea por senderos firmes, pero también lo hagamos cuando sea a tientas y en silencio.
Caminar sin mapas, caminar y hacer camino donde nadie ha pisado, porque lo ya trazado condiciona. Caminar, sí, siempre con Él y como Él.
Esto es lo que hemos querido compartir con ustedes, y por favor sigan rezando por nosotras; esto se lo pedimos de manera especial a nuestras hermanas mayores, ellas son testimonio muy importante para nosotras. Que el Dios de la ternura y la bondad bendiga a cada una.
Con cariño: Monique, Lucila, Catherine, Lara, Susana, Margarite, Pilar, Griselda, Rouseline, Marites y Eneyda.