Nuestra M. General, Daría Fernández, escribía estos días una comunicación a toda la Congregación, donde nos decía…
Este momento “…Supone buscar otros modos de gestión o un esfuerzo mayor para las hermanas. Es el momento de colaborar TODAS, poniendo lo que está de nuestra parte. En primer lugar, siendo fieles a las orientaciones que nos facilitan los responsables de la salud, no es un mal personal, sino comunitario, que afecta a toda la Humanidad y como consagradas, coherentes con nuestro Carisma preventivo, debemos dar testimonio de obediencia y caridad hacia el prójimo. Hay mucho dolor detrás de esta pandemia, seamos conscientes y solidarias para frenar su expansión, como digo, poniendo en práctica todos los medios y evitando todos los desplazamientos posibles.
Estas realidades que se viven ponen de manifiesto hasta qué punto nuestra fe orienta y da sentido a nuestro vivir día a día, la capacidad de confiar en el Señor, que no nos abandona, aunque a veces, sea difícil percibirlo… Dios está en medio de todo esto sosteniendo a los trabajadores de la salud, o los enfermos, a cuantos podemos invocarlo para ayudarnos a mantener viva la esperanza, como San Pablo nos dice: “Dios interviene en todo para el bien de los que le aman” (Rm. 8,28)
¡Ojalá podamos todos descubrirlo y volver nuestros ojos al Dios que nos salva! Es difícil comprenderlo cuando percibimos tanto dolor a nuestro alrededor… La serenidad y la paz para acoger las restricciones que se originan, ya es una prueba de la presencia del Señor en medio de nosotros. Confiamos que pronto se supere y que nos ayude a descubrir cuan buena es la unión para superar las grandes causas y, no menos, las ordinarias del día a día. Seguimos unidas en la certeza de que Dios no nos abandona y con su ayuda y nuestro esfuerzo, conseguiremos vencer este momento que nos toca vivir. Con un grande y fraterno abrazo”.